martes, 24 de enero de 2012

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Trataré de exponer en este texto algunas ideas que permitan a profesores, ciclos, departamentos o centros iniciar el camino de programar, entendido como organizar la acción de manera eficaz y aplicable, por competencias. Cómo se verá no se trata de una receta al uso en el mundo de la escuela, o al menos pretendo que no lo sea. Más bien trato de ofrecer mecanismos para la mejora personal del profesorado y para que pueda hacerse más competente.
La estructura de trabajo para cada competencia es muy sencilla. Comienza con una tarea que se les pide a los profesores que están trabajando en la misma, se ofrece un mecanismo de evaluación del resultado de esa tarea en forma de matriz, lista de comprobación u otros mecanismos de autoevaluación. Viene después una colección de recursos. Después de desarrollada de la tarea y de su aplicación en clase, pasaremos al desarrollo de la autoevaluación del profesorado, ciclo, departamento o centro. Y finalmente llegaremos a propuestas de mejora, ampliación o inclusión en programaciones y proyecto educativo. Se ofrecen en ocasiones nuevos materiales para apoyar esa autoevaluación.
Cada una de las propuestas de mejora de una competencia es una Webquest encubierta, o un proyecto de trabajo dirigido, o un mecanismo de trabajo cooperativo entre el profesorado…
Creo que el material puede ser utilizado de muchas formas: se pueden trabajar todas las competencias en el mismo orden, se pueden elegir unas pocas, se puede cambiar el orden…y esta propiedad la ofrece no el material, sino la complejidad del tema de las competencias y la estrecha relación entre todos los cambios que precisa hacer el profesorado en su trabajo: iniciar el cambio en cualquier especto nos lleva, si somos coherentes, a la necesidad de cambiar en el resto de aspectos.
Creo que el trabajo por competencias es una aventura que nos permitirá por un lado mejorar en nuestra profesionalidad y por otro aumentar nuestra motivación, actitud y nivel de disfrute en lo que hacemos día a día. Además de mejorar los resultados de aprendizaje de los alumnos.
Es evidente que enseñar competencias requiere un cambio en lo que hace el profesor. Podríamos decir que se trata de una nueva actividad que necesita de nuevas formas de pensar y de actuar en clase. Los cambios se han de producir tanto en las estructuras y en los patrones mentales como en la práctica diaria.
Todo se puede resumir en una frase de Epicteto en el Enquiridión “En ninguna ocasión te digas filósofo, ni hables a menudo entre profanos acerca de tus principios filosóficos, sino haz lo que de estos principios se deduce.”
Seguramente esta misma idea es aplicable a los principios del aprendizaje y el desarrollo de competencias: sólo en la acción se demuestra la competencia y ese debe ser el modo de desarrollo.
¿Es posible un cambio en la actuación profesional? Desde puntos de vista tan separados como el filosófico, social y biológico es posible hacerlo a través de procesos de repetición y reflexión. La mente humana (y por ello las mentes de los profesores) pueden ser cambiadas, mejor dicho automodificadas, a partir de la voluntad, el esfuerzo y la reflexión sobre lo que se va hacer, se está haciendo o se ha hecho.
Desde hace varios años se ha definido en cientos de libros, páginas Web y artículos el concepto de competencia. La dificultad es la de traducir estas ideas a la práctica. Ser capaz de tomar de entre todas ellas las que nos permitan desarrollar prácticas en las que podamos intuir que el alumno pueda estar desarrollando algún tipo de competencia. (No se conoce con exactitud cuales son los mecanismos que hacen que se desarrollen las competencias, por ello hablo de prácticas que podemos intuir que van a hacer que el alumno las adquiera) Se trata de seleccionar ideas que estando en el mundo de la teoría permitan guiar la acción en clase. No es fácil encontrar estas ideas, ni mucho menos aplicarlas fundamentalmente por que los profesores hemos estado acostumbrados a otro tipo de prácticas en las que no hemos tenido que traducir ya que se nos ha dado la receta ya determinada por el libro de texto.
Esta realidad hace que las ideas que se exponen tomen la programación que proporciona el libro de texto como punto de partida para la creación progresiva de un currículo por competencias.
En ese desarrollo progresivo de materiales y métodos y técnicas debe ir paralelo a un cambio personal y de centro en el que se desarrollen nuevas concepciones sobre el trabajo como si de una nueva profesión se tratara.

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